El Día del Padre surgió en Estados Unidos, en 1910, cuando una mujer llamada Sonora Smart Dodd quiso rendir homenaje a su padre, un veterano de la Guerra Civil, que se hizo cargo de sus 6 hijos cuando su esposa falleció. Sonora quiso destacar la importancia del rol de los hombres en la sociedad, en especial aquellos que, como su progenitor, cumplían el doble rol de padre y madre.
Al igual que el Día de la Madre, el Día del Padre es una fecha para visibilizar derechos de un grupo de la sociedad, pero sobre todo para reflexionar sobre la importancia del rol de quienes tienen a su cargo la responsabilidad de la crianza de las nuevas generaciones. El Día del Padre, a diferencia del de la madre, es un día en el que se hace un llamado a repensar que tan presentes y disponibles se encuentran los padres para sus hijos.
La decisión de los hombres de elegir “que tipo de papá quieren ser” parece muy simple, pero en realidad no lo es. No lo es porque en la sociedad actual no es una decisión personal e independiente sino grupal y condicionada. Culturalmente existen estereotipos tan arraigados de lo que significa y se espera de ser “hombre” que para quienes decidan salirse del molde podrían terminar ganándose la antipatía de más uno.
En este molde tradicional de hombre también viene incluido el estereotipo de “ser padre”: el proveedor de recursos para el hogar, el que tiene el trabajo más importante en la pareja, el que cumple con la figura de fortaleza en casa, el que suele estar ausente por largas jornadas laborales sin cuestionamientos, entre otros.
Sin embargo, las cifras hablan por si solas: el 79 % de suicidios en Latinoamérica son cometidos por hombres, y en Ecuador ellos viven en promedio 5.5 años menos que las mujeres. Numerosos estudios demuestran que, a los hombres, la sociedad no les permite verse vulnerables, expresar sus emociones y mostrar afectividad entre amigos sin ser estigmatizados o convertirse en burla de otros varones.
Este estereotipo de varón que batalla por gestionar sus emociones sin que nadie las note, sin quebrarse y en solitario se trasmite en la crianza de los hijos, reproduciendo patrones de conducta a través del ejemplo, que es el arma más poderosa para criar. Afortunadamente fechas como el Día del Padre cada vez son más celebradas desde la intención de reflexionar, humanizar, reaprender y buscar un cambio social que permita que ellos también disfruten de paternidades activas y positivas.
Los hijos son, sin lugar a duda, los mejores maestros para aprender a amar, a entregar, a ser pacientes y empáticos, y el hogar el mejor espacio para criar desde el respeto, el afecto y sin etiquetas.
Escrito por: Alejandra Orellana, Socia Consultora.