Hace algunos años el 8 de marzo servía para concientizar sobre las condiciones de desigualdad en las que una amplia mayoría de mujeres a nivel global se desenvolvía. Actualmente, sin importar la fecha, hablamos de ello porque la anhelada igualdad no se ha alcanzado. Lo cual es un gran progreso que evidencia que la problemática ha trascendido a la fecha y hoy es un tema que forma parte de la agenda de gobiernos, organizaciones, colectivos sociales, entre otros.
Sin embargo, hago una confesión que no me enorgullece. Cifras como la brecha salarial, el número de horas dedicado al trabajo no remunerado o el porcentaje de mujeres que ocupan puestos de dirección – ¡me importan! – pero ya no me impactan. Y creo que a muchos nos pasa que hemos perdido la capacidad de asombro cuando las escuchamos.
Mi temor es que las organizaciones también sientan cierta apatía frente a esta información valiosa y dolorosa que nos debe llevar a la acción inmediata, pero sobre todo constante.
Con esta reflexión no quiero restar importancia a las cifras, es vital monitorearlas para cuantificar su avance. Sin embargo, en esta ocasión quiero enfocarme en una de las vías más urgentes para revertir los números: incluir a los hombres. Debemos recordar que ellos al ser parte de esta problemática de inequidad estructural y cultural porque han sido criados, alentados, reconocidos e incluso castigados en ella, son parte vital de la solución.
En el marco de este 8 de marzo hago un llamado a las organizaciones que trabajan o piensan trabajar en equidad de género para que su enfoque no sea únicamente hacia las mujeres.
Identifico en esta frase “Para liberar a las mujeres es necesario liberar a los hombres” de Anne Hathaway el mensaje de ese trabajo de corresponsabilidad que debe existir entre géneros. De esta manera las mujeres podremos alcanzar condiciones de igualdad en los diferentes ámbitos en los que nos desempeñamos y los varones se permitirán experimentar masculinidades menos tóxicas en las cuales puedan involucrarse en lo doméstico y en la crianza por poner algunos ejemplos.
Avanzar exitosamente hacia la equidad de género en las organizaciones requiere dar pasos estratégicos y quiero compartir 5 buenas prácticas:
· Diagnóstico de la situación actual
· Plan de trabajo que incluya acciones, recursos, presupuesto, fechas, responsables, metas y seguimiento
· Charlas y talleres: sobre la problemática, sesgos inconscientes, acoso, discriminación y violencia, masculinidades y corresponsabilidad, autocuidado, sororidad, entre otros.
· Campañas de comunicación: para sensibilizar, recordar y guiar
· Formalización y revisión de políticas, códigos y manuales corporativos con enfoque de género para asegurar que se cumplan parámetros de conducta que favorecen la igualdad.
Espero que este 8 de marzo sirva para concretar acciones que aseguren la igualdad de oportunidades y condiciones en pro de una mejor calidad de vida para mujeres y hombres.
Escrito por: Alejandra Orellana, Socia Consultora.